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martes, 12 de julio de 2016

"La Playita, un dominguito, con la suegra y una sandía"

Mi vecino el del cuarto, se ha comprado un todo terreno, según él, pero según el concesionario de coches, es un todo camino. Para estrenarlo que mejor que ir a la playita en dominguito, a la antigua usanza: tres sombrillas, un toldo, una docena de sillas plegables, una mesa de playa familiar, dos barcas hinchables, el inflador, dos neveras azules, una para la comida y otra para las bebidas, que siempre faltan, una bolsa de deporte llena de toallas, cremas de protección solar y no se si llevaban un generador de corriente para cargar los móviles y  un portatil con un disco duro de un terabyte, para en los ratos de aburrimiento, ver peliculas descargadas previamente.
Es que mi vecino el del cuarto, es muy tradicional y le gusta estar en familia. Y en familia fueron a la playita, un dominguito,  él a los mandos de su flamante todocamino, con un porta bicicletas donde ató todos esos bárturlos (parecía que iba a pasar el Estrecho). Su suegra, con su batita fresquita (la suegra, que no esté al sol). Su mujer, una mujer de su casa, la que hace y deshace. Jenni, Tamara, Iker y el pequeño Borja, un retoño de apenas cinco meses, con su carrito maxiplus. Detrás su cuñado en  un corsa gris, con su mujer, la hermana de mi vecino, con otros tres postpúberes, que se debaten entre la edad del pavo y la del recalentamiento de partes bajas.
Llegó la comitiva a la playa, después de una horita de caravana, donde mi vecino, pudo probar el aire acondicionado bizona que trae el coche de serie y escuchar en la radio, el último éxito de Enrique Iglesias. Tengo que hacer un paréntesis, pero he caido en la cuenta que Enrique Iglesias, a éxito por año, se va pareciendo más a Georgie Dann.
Y comenzó la mudanza, de los coches a la playa, para montar en dos metros cuadrados que quedaban libres, en ese mar de sombrillas, de todos los colores,  y marcas. ¿Han visto lo generosa que es Cruzcampo, que regala hasta sombrillas? Ese mar de sombrillas que es una playa en verano. Comienza el montaje del campamento, los chicos no pierden el tiempo y cogen las paletas de playa, multiusos: paletas y tablero de parchís y damas. La suegra a la sombrita y con un botellín de agua, relleno. Porque los botellines de agua de 33cl, son reciclables.
Entonces es cuando vienen las mamás, con un tarro de crema del Mercadona, tamaño bote de suavizante y de dedica a juntar crema desde a mi vecino el del cuarto, ahora llamémosle "español de pelo en pecho y espalda" hasta la suegra, en lo poquito de carne que deja enseñar con su bata de colorines, del mercadillo del miércoles. Las niñas, en esas edades tan difíciles que van desde los trece a los quince, donde no apartan la vista del móvil y son expertas en selfies.  Ellas no quieren crema, ellas quieren ponerse morenas, el primer día. El sentido común no existe. ¡Alma de cántaro!, si eres rubia, tienes los ojos claros como tu puñetero padre y lo máximo que vas a conseguir es ponerte la espalda, las piernas, los brazos, la barriga y como mis vecinos, los del cuarto, son tan liberales, hasta las tetas, como un salmonete.
No importa, allí pasaron todo el dia al sol, echándose Nivea de la lata azul, por todas partes y haciéndose selfies y subiendo a Facebook "en la playita, tomando el sol con Tamara".  Mientras que esos chavales, paleta, pelota, chapuzón, paleta, pelota, chapuzón y botella de dos litros de refresco de cola. Imaginaos como estaban esas jovencitas y jovencitos a las nueve de la noche, cuando se metieron en el atasco de los dominguitos por la tarde cuando todo el mundo le da por ir a casa a la misma hora. ¿habrán aprendido?
Los cuñados no se movieron de debajo de esa carpa, la mujeres, tampoco. Faltó bebida, se rieron. Mucho repaso con ese escaner natural que tenemos los seres humanos, para detectar un topless o un tio depilado y musculado con bañador fluor. Un icono para ellas, un rival para ellos.  Dejémosnos de tonterias, pero es así. A la playa, la gente tradicional, la de toda la vida de Dios, vamos, que parece que estamos haciendo mudanza. No se nos escapa ninguna chica en monokini, queremos ponernos morenos el primer día y sólo apartamos la vista del móvil, para dar un repasillo a la suegra, a ver si sigue fresquita, con su batita y si hay que rellenarle la botellita de 33 cl, con agüita. Y de camino, una escapadita al chiringuito, por tabaquito y a dar repasitos.
Esto se ve en toda la costa española, los mares de sombrillas y toldos. Los coches al sol. Y la gente que no se puede mover por haberse quemado. Pero hay otra forma de ir a la playa. El Club de Playa. Ya nos ocuparemos de repasarlo. Pero lo tradicional, lo de toda la vida, es ir a la playa con la sandía, que corta mi vecino del cuarto de forma magistral y como el que va de mudanza o a cruzar el Estrecho.
@jcebreros20

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