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viernes, 27 de marzo de 2020

La esperanza tiene los ojos verdes.

El despertador de su móvil sonó puntual, habiendo cambiado la hora al horario de verano, aunque estaba nevando en Madrid, cambio climático le llaman. Lo apagó de un certero movimiento de su dedo índice.

Encendió la luz de su mesilla de noche,  buscó sus gafas de cerca. Había electricidad. Cinco notificaciones de WhatsApp, otras tantas de Facebook y una llamada perdida de su ex, "¿Qué querrá esta mujer...?" La vida sigue igual, decía Julio Iglesias.


Su móvil, ese ordenador personal que cabe en una mano, hacía su vida más fácil pero también traía noticias no tan agradables.

Se levantó dando un salto mortal, como cantaban los Hombres G, se dirigió a la cocina, cogió su cafetera italiana, esa que hace el mejor café del mundo. Abrió el grifo y salía agua. El agua es vida. Milagro número dos, ya que nuestro protagonista estaba respirando casi sin darse cuenta, y de manera ininterrumpida.

Saboreó el café viendo el telediario de la mañana en  televisión. Todo eran buenas noticias. El gobierno había dicho que no se tenía constancia de ningún caso  de contagio por coronavirus.

La crisis había terminado. No existía ninguna persona en paro. Los ERTE eran cosa del pasado. Nuestros mayores volvían a salir a pasear y a besar a sus nietos. Los abuelos, el puntal de la clase trabajadora. Los niños volvían al colegio y las mamás del grupo de WhatsApp del cole, volvían a hablar de cosas intrascendentes. Y respiraban tranquilas al haber estado al borde de un ataque de nervios con tantísimos deberes durante el confinamiento. Enésimo milagro. 


Cogió su mochila para irse a ese trabajo donde le habían subido el suelo un veinte por ciento. Sin protestar, sin enfados, de un día para otro. Como por arte de magia. Otro milagro. Y olía a primavera, con el frío del invierno y maniquíes vestidos de verano en los escaparates.

La vida ha  cambiado para bien, para mejor, y aún hay esperanza de que aquella pesadilla no se vuelva a repetir. Esa esperanza con ojos verdes, que mira con cariño a una humanidad que iba por el camino  equivocado y que recibió un soberano guantazo en toda la cara.
Ahora ha reconducido su camino.

Ahora la humanidad es feliz. Verdaderamente feliz. Y nuestro protagonista sigue viviendo, feliz a pesar de todo.

Javier Cebreros
Thehumanphoto


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